España está en el top 10 de países más afectados por ataques de ransomware

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El ransomware o malware de rescate se ha convertido en uno de los tipos de ciberataques más utilizados por parte de actores maliciosos. Con 32 ataques de ransomware registrados, España ocupa el octavo lugar a nivel mundial, siendo la electrónica de consumo y la construcción los sectores que más han sufrido ataques de ransomware.

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S21sec ha publicado una nueva edición de su Threat Landscape Report, que ofrece una panorámica de las amenazas más relevantes del segundo semestre de 2021. Entre los principales hallazgos, el equipo de Threat Intelligence de S21sec ha detectado alrededor de 10.500 vulnerabilidades, que han propiciado una mayor susceptibilidad del tejido empresarial ante cualquier posible amenaza. Además, se han registrado casi 5.000 vulnerabilidades de criticidad grave o alta que los ciberdelincuentes han explotado activamente para la ejecución de distintos tipos de ataques.

El ransomware o malware de rescate se ha convertido en uno de los tipos de ciberataques más utilizados por parte de actores maliciosos que presentan motivaciones principalmente económicas. Sólo en el último semestre, S21sec ha rastreado un total de 1.694 víctimas de ransomware en todos los países del estudio. Estados Unidos encabeza el ranking de países más afectados por ransomware en los últimos seis meses del año con un total de 757 ataques, siendo el principal objetivo de los ciberdelincuentes para dirigir este tipo de malware, mientras que España, con 32 ataques de ransomware registrados, ocupa el octavo lugar.

“El ransomware, al fin y al cabo, es un negocio. Se basa en una relación de reparto de beneficios, los operadores se llevan un porcentaje del dinero obtenido en los ataques realizados por sus afiliados mientras que, a su vez, se dedican al desarrollo y el perfeccionamiento del ransomware”, explica Sonia Fernández responsable del equipo de Inteligencia de S21sec. “El secuestro de información sensible es cada vez más común entre los cibercriminales que pretenden obtener un beneficio económico. Muchas empresas de todo el mundo están dispuestas a pagar un rescate y no revelar que han sido víctimas de un ataque de estas características”.

Por otro lado, según se deduce del estudio, los sectores que más han sufrido ataques de ransomware durante el segundo semestre de 2021 son el de la electrónica de consumo y la construcción, aunque también cabe destacar, con una incidencia elevada de casos, el sector de servicios IT y las comunicaciones. En España, un ejemplo que evidencia la vulnerabilidad del sector de las telecomunicaciones, fue el ataque propiciado a una de las operadoras más importantes del país a principios del mes de julio, por parte del grupo de ransomware REvil. La banda cibercriminal publicó en su blog oficial haber comprometido a dicha empresa, accediendo a bases de datos y descargando contenido sensible, aunque los efectos del ataque fueron de baja importancia.

“El sector de las telecomunicaciones ha sido uno de los más castigados a raíz de la pandemia, desde los bulos compartidos en redes sociales sobre el 5G hasta los ataques de phishing en los que empresas de telefonía son suplantados para ofrecer falsamente gigas gratis por el coronavirus”, explica Fernández.

Las infraestructuras críticas de diferentes países, relacionadas mayormente con medios de transporte, entidades generadoras de energía eólica, suministradoras de corriente eléctrica y agua, petroleras, fuerzas de seguridad y servicios de emergencia, entre otros, han sido el objetivo de numerosos ataques de ransomware durante el pasado año. Debido a la magnitud de las consecuencias y el gran daño que puede llegar a ocasionar, los ciberataques a sistemas de infraestructura crítica se han convertido en uno de los mayores peligros para la sociedad. Según los expertos de S21sec, entre los efectos más devastadores se encuentran la paralización o los colapsos en los servicios públicos y situaciones de desabastecimiento.

Durante este último periodo, grandes empresas de transportes han sido el blanco de ataques de gran alcance. “Las infraestructuras críticas proporcionan servicios esenciales para la comunidad. La interrupción de sus operaciones a causa de un ciberataque podría conllevar pérdidas económicas cuantiosas y provocar grandes daños en el entorno, afectando directamente a la vida de las personas”, concluye Sonia Fernández.