La durabilidad como factor clave para rentabilizar la inversión tecnológica en las empresas
- Opinión
Lo barato sale caro, como bien dice el refranero español. Este dicho cobra más sentido que nunca en un contexto económico, social y sanitario como el que nos encontramos y, en particular, si hablamos de la decisión de compra de equipamiento tecnológico para las empresas.
Por un lado, la inversión en tecnología está viviendo una importante presión debido a la aceleración de la transformación digital de las empresas - ya no solo grandes corporaciones sino también las pymes – vivida en los últimos meses. Expertos estiman que se ha avanzado en este sentido entre 3 y 4 años debido a la situación de pandemia. Esta aceleración es clave para reactivar la economía tras la crisis del COVID-19. Aquellas empresas más avanzadas son las que están superando mejor el actual bache. La movilidad es uno de los campos donde la inversión está siendo mayor; las empresas necesitan, cada vez más, dotar de dispositivos móviles a sus empleados para que su actividad sea lo más productiva, no importa desde donde trabajen o en qué condiciones. Sin embargo, por otro lado, esta aceleración en la transformación digital y en la adopción de flotas móviles, en el actual contexto, puede llevar a muchos empresarios a considerar su inversión de forma rápida y superflua, optando por el “te doy lo mejor al precio más competitivo posible”.
¿Por qué esto puede ser un error? Cualquier inversión requiere de una valoración de su impacto inmediato pero también en el medio plazo. La mayoría de las empresas pueden verse tentadas a basar sus decisiones únicamente en el precio de compra de un producto, sin tener en cuenta los posibles gastos asociados a lo largo de su vida útil, así como el momento de su renovación, es decir, el TCO (Total Cost of Ownership) o el coste total de propiedad de los productos. Sin duda, un factor determinante que nos ayuda a mirar la compra como inversión y no como gasto, y nos permite dimensionar a largo plazo la rentabilidad de la misma.
Los productos más duraderos a lo largo del tiempo, bien diseñados y de alta calidad, siempre son más rentables a largo plazo
Volviendo al caso de la aceleración en la adopción de tecnología móvil, los decisores de compra de las empresas deben considerar, además del precio y factores como el rendimiento, la ergonomía, la capacidad de respuesta y la escalabilidad, el cálculo de la vida útil de cualquier terminal móvil.
El TCO, para calcularse, debe tener en consideración los costes fijos y variables que se van produciendo en todo el periodo de vida útil del terminal. Costes fijos como el precio de compra, los costes de desarrollo, reemplazo y despliegue por unidad; y los costes variables como la capacitación, reparación y - los más importantes y menos tenidos en cuenta - los costes de tiempo de inactividad por problemas técnicos con el terminal de cada empleado. Por poner un símil, un automóvil más barato que pasa la mitad del tiempo en el taller de reparaciones no es una ganga.
Los costes de tiempo de inactividad se han vuelto cada vez más importantes. Actualmente, con la necesidad de trabajo en remoto en todo tipo de organizaciones - estando muchos centros de trabajo cerrados o con aforos limitados -, la dependencia de los dispositivos móviles (tablets y smartphones) ha elevado el posible impacto de dichos costes de inactividad, por lo que este factor es fundamental a la hora del cálculo de TCO de los dispositivos. Toma relevancia, por tanto, considerar a proveedores con una alta capacidad de respuesta y solución de incidencias, así como con productos que apuesten por la durabilidad y resistencia, que reducen los riesgos de averías o roturas de los dispositivos, evitando los períodos de inactividad y la reducción de la productividad.
Conceptos como innovación, resistencia y reparabilidad toman cada vez más peso a la hora de decidir qué dispositivo móvil, u otro equipamiento tecnológico, se ha de considerar. Los productos especialmente diseñados para ser duraderos y que garantizan su reparabilidad, son una mejor inversión a largo plazo, ya que no habrá que reemplazarlos tan seguidamente (nueva inversión) y favorecerán la productividad al reducir los tiempos de inactividad por roturas o fallos.
En momentos de crisis, además, pueden considerarse nuevas fórmulas que ayudan a apaliar la inversión inicial como son el renting y las opciones de recompra del parque actual o a futuro. La inversión en tecnología que apuesta por la durabilidad implica, además, sumar en la responsabilidad por favorecer la sostenibilidad del medio ambiente, disminuyendo los desechos tecnológicos derivados de una alta rotación de productos que pueden ser más económicos pero cuya obsolescencia, principalmente por roturas y fallos, es mayor.
Todo esto implica un proceso de compra más complejo y formado, pero más rentable y responsable.
María Jesús Tamayo, Directora de Crosscall en Iberia