Las empresas han comprendido el papel central de las tecnologías digitales

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IDC cree que, para tener éxito en la economía digital, los enfoques de resiliencia de las TI y de las empresas deben fusionarse en un nuevo enfoque llamado resiliencia digital, que consiste en la capacidad de una organización para adaptarse rápidamente a las interrupciones del negocio aprovechando las capacidades digitales.

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El COVID-19 nos ha enseñado que las organizaciones que han invertido en tecnologías y herramientas digitales han sido más resistentes. Las empresas han comprendido el papel central de las tecnologías digitales, no solo para mantener las operaciones en funcionamiento, sino también para innovar y pivotar ante nuevas necesidades, lo que también ha acelerado la transformación digital de muchas organizaciones.

Las crisis sistémicas como la de la COVID-19 son más probables que nunca, por lo que, una cuestión clave para los líderes empresariales es saber hasta qué punto están preparados para futuras crisis. Según una reciente encuesta de IDC sobre el sentimiento de los compradores de TI, esta es la principal prioridad para alrededor del 60% de las organizaciones de la UE en 2021.

Una de las principales lecciones aprendidas de la pandemia es que los enfoques tradicionales sobre el riesgo informático y la capacidad de recuperación de las empresas no eran lo suficientemente buenos, y muchas empresas no estaban debidamente preparadas para hacer frente a la crisis. Los directivos de las empresas recurrieron a las tecnologías digitales para mantener las operaciones, pivotar rápidamente su negocio y capitalizar las condiciones cambiantes del mercado. Por eso, IDC cree que, para tener éxito en la economía digital, los enfoques de resiliencia de las TI y de las empresas deben fusionarse en un nuevo enfoque, lo que IDC llama resiliencia digital.

La resiliencia digital es la capacidad de una organización para adaptarse rápidamente a las interrupciones del negocio aprovechando las capacidades digitales. No sólo para restaurar las operaciones del negocio, sino también para crecer y capitalizar las condiciones cambiadas. DE acuerdo con IDC, para sobrevivir y prosperar en la próxima normalidad, la resistencia digital debe lograrse dentro de cada una de estas seis dimensiones organizativas:

•Liderazgo y organización. La dirección de la empresa y la oficina del CIO deben trabajar en conjunto con el resto de la organización, lo que permitiría mitigar las debilidades en todas las dimensiones, comprendiendo las interdependencias y uniéndolas.

•Personal. El objetivo es optimizar la experiencia de los empleados en tiempos de extrema incertidumbre, fomentando el compromiso y la productividad de los empleados, además de la retención y la incorporación, las habilidades y el aprendizaje, y la salud y el bienestar.

•Clientes y ecosistemas. Incluye las relaciones con los clientes, los proveedores y los socios. Y, cómo desarrollar, retener, renovar y optimizar estas relaciones en una crisis.

•Marca y reputación. Los clientes, socios y proveedores consideran que la respuesta de una empresa a una crisis es una medida de la calidad e integridad de una organización. La confianza en la marca y la reputación de una empresa se gana lentamente, pero se pierde rápidamente.

•Financieros. Los recursos financieros disponibles determinan claramente su supervivencia a corto plazo. Pero la resistencia financiera es más que esto. También incluye la capacidad de una organización para aprender del pasado y predecir posibles amenazas financieras futuras.

•Operaciones. La resiliencia operativa va más allá de la planificación tradicional de la continuidad de la actividad. Utilizando técnicas de planificación ágiles y adaptativas para construir respuestas incrementales y oportunas a los problemas operativos debidos a los retos internos y a la dinámica externa/del ecosistema.

Para que los líderes se vuelvan más resistentes digitalmente, IDC les recomienda evaluar su situación y compararla con la de sus homólogos, para tener una idea clara del punto de partida. Una vez que tengan un punto de partida claro, disponer de un mapa claro de las áreas de mejora y de los casos de uso e inversiones tecnológicas clave que deberán priorizar para progresar en la hoja de ruta y ser más resistentes digitalmente. Asimismo, las empresas necesitan adaptarse, anticiparse a los escenarios futuros, acelerar la innovación y crear nuevas oportunidades.